miércoles, 1 de febrero de 2017
31 DE ENERO
Hoy hace 66 años que nació mi hermana pequeño en un pueblecito de la provincia de Zaragoza llamado Olvés. Es un pueblo muy pequeño y está perdido entre montañas, por lo cual, es muy difícil divisarlo a simple vista ya que la carretera muere allí y si no tienes referencias... pasa totalmente desapercibido para el viajero.
Voy a contar un poco como fue el día de su nacimiento, o mejor dicho... como lo recuerdo yo. Tenía entonces 10 años recién cumplidos y he de decir que era la mayor de tres hermanas, así que lo que venía de camino hacía el número cuatro. Como es de suponer... todo el mundo esperaba un niño con mucha ilusión, principalmente mi padre, pero...¡hoooo! desilusión, fue otra niña.
A mi me pareció la cosa más bonita del mundo, sobre todo, cuando me la pusieron en brazos y pude darle dos besicos. Por aquella época y más en los pueblos, todas las mujeres daban a luz en casa y los hombres no aparecían por ella, hasta que la madre y la criatura no estaban bien aseadas y quedaba todo recogido y limpio, como si allí no hubiese pasado nada. Ese día había caído una nevada de más de medio metro, cosa que en aquellos años era muy normal. Llevábamos unos días sin escuela porque la maestra estaba con gripe. Así que yo andaba pululando por la casa, cuando me llamó mi abuela y me dijo que tenía que ir donde mi padre estaba trabajando, para decirle que teníamos otra chica. Después tenía que ir de casa en casa a comunicarlo a los familiares, que eran la mayoría del pueblo. Yo estaba contentísima, no cabía en mi de gozo, y corriendo me fui a buscar a mi primo Delfín, que éramos inseparables, para que me acompañara. Los dos muy felices nos pusimos en marcha sin importarnos ni el frío, ni los charcos, ni el barro de las calles sin asfaltar. Pero nuestra alegría duró poco, pues en cuanto llegamos donde mi padre y le dimos la buena nueva... lo que salió de su boca fue un exabrupto que no me atrevo a reproducir, y añadió, que iría a casa a la hora de cenar...si es que tenía gana. Cabizbajos y con ganas de llorar, fuimos yendo a casa de los familiares y, invariablemente en todas recibíamos la misma respuesta."¡Redioos! ¿Otra chica? ¡Ala pues! ya iremos a verla". Una de las últimas fue la tía Benita y he de decir que fue la única que nos dijo..."¡Maaaños! ¡Otra chica!" "¿pero están bien?... pues eso es lo principal". "Ala maños, pasar, que os daré un vaso de leche calentica que hace mucho frío". Cuando estuvimos en el hogar al lado del fuego con la leche en las manos, sin saber como, nos pusimos a llorar desconsoladamente. Entonces mi tía nos dijo..."andaros a casa, que ya iré yo a las que os faltan". Y así fue como un día que había empezado radiante y feliz, se convirtió en uno de los más tristes.
He de decir que esa situación duró muy poco, pues era tan guapa y tan resalada la niña, que pronto se convirtió en el ojito derecho de mis padres y en el juguete preferido de las hermanas. Mis padres ya no están, pero mi hermana Adelaida a día de hoy, sigue siendo la niña mimada de todas nosotras.
¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS!! "PEGOTE"
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