CAPERUCITA ROJA
En un pueblecito muy pequeño vive una familia de humildes campesinos. Una de sus hijas era muy espabilada y muy decidida. Su abuela, cuando la niña era pequeña, le hizo un abriguito rojo con una capucha y desde entonces en el pueblo, todos la llaman Caperucita Roja. Un día al llegar del colegio su mamá le dijo...
-Caperucita, acaba de llamar la abuela y dice que no se encuentra muy bien, así que tendrás que ir a llevarle la compra. Caperucita protestó.
-¡Jo mamá! No es justo! yo quiero mucho a la abuela... pero es que siempre me toca a mí.
-¡Jo mamá! No es justo! yo quiero mucho a la abuela... pero es que siempre me toca a mí.
La casa de la abuela está un poco alejada, tiene que atravesar un pequeño bosque y a la niña le da mucha pereza. Además, suele cruzarse con algún que otro animal y aunque no tiene miedo, no le hace demasiada gracia. No obstante, cogió el cesto, montó en su bicicleta y salió a todo correr. Por el camino iba cantando y saludando a los campesinos que se encontraba. Al llegar a casa de su abuela le extrañó ver que estaba la puerta abierta y al entrar encontró todo revuelto. La abuela estaba muy sofocada y toda desgreñada. Caperucita corrió hacia ella y la abrazó.
-¿Que te ha pasado abuelita?
-¡Nada hija! ¡No te asustes! A sido ese lobo que ronda la aldea, se ha metido en el corral a comerse las gallinas, pero ¡ah! Se ha ido bien escaldado, porque con ese garrote que ves ahí... le he dado tal tunda de palos... que no creo que tenga ganas de volver.
Caperucita se abrazó más fuerte a su abuela y mientras lo hacía pensaba...
-Tengo que hablar con mamá, la abuela está muy mayor y no puede seguir viviendo sola tan alejada de nosotros.
Se despidió de ella con un beso y emprendió la vuelta a casa.
Ahora su única preocupación era no pinchar la rueda por el camino, porque si no, tendría que cargar con la bici a cuestas y quizás... encontrarse con el lobo.
FIN.